Pasaportes

Desde que Miriam y yo estamos juntos he visto videos de parejas de países diferentes contando anécdotas graciosas o dificultades por la diferencia de costumbres. Incluso estuve viendo videos sobre documentos migratorios que un colombiano publicó luego de que se casara con una mujer mexicana.

Cuando Miriam y yo nos casamos a inicios de este año también cambié el nombre del blog.

Otro de esos videos trataba de un esposo mexicano que no habla coreano, el idioma de su esposa. Es fácil imaginar las dificultades del esposo para comunicarse con ese lado de la familia. ¡Imagino la situación en cuanto a los gustos en la comida y en todo tipo de actividades diarias, desde las complicadas hasta las cosas sencillas!.

En nuestro caso, ambos somos de dos países latinos con códigos familiares parecidos, el mismo idioma y un valor nacional muy marcado por la comida. Estas similitudes ayudaron mucho a que el encuentro de nuestras formas de ver la vida no sean tan diferentes, ¡pero ahí se acabaron las ventajas! Lo que sí hemos experimentado con el paso del tiempo es que, si bien no tenemos esas diferencias extremas (como de idiomas diferentes), hemos encontrado diferencias “sutiles” que van creando nuestras propias anécdotas.

Nuestro español

Cuando uno tiene que aprender el idioma de la pareja (inglés, coreano o el que fuera), muy probablemente lo aprenderá con la estructura y regionalismos de donde es originaria la pareja. Por ejemplo, si la pareja fuera del sur de Estados Unidos, con el tiempo sabrá reconocer el inglés de esta zona, con todas sus frases regionales y hasta chistes locales.

En nuestro caso, nuestros pasaportes están en el mismo idioma. Miriam y yo hablamos español, y en este tiempo que aún estamos en México he aprendido que además de los regionalismos, también tenemos palabras que se escriben igual pero que significarán cosas diferentes:

Pequeñas muestras: En Perú “ahorita” significa “en ese mismo momento”, pero he aprendido que si en México me dicen “ahorita” lo que me están diciendo es “dentro de un momento (y a veces ese momento nunca llega)”. Y mientras “luego” en Perú significa que “lo haremos después”, en México “luego luego” significa “en ese mismo momento”.

“Chile” para un peruano es el país vecino del sur, mientras que un mexicano dice “chile” para referirse al ají.

Decimos “jerga” en Perú para referirnos a esa forma de hablar desordenando el orden de las letras o dándole un nuevo sentido a una palabra común. Decimos “papaya” queriendo decir “fácil” o “lleca” en vez de decir “calle”. En México, “jerga” será el trapo que se usa para limpiar el piso, “papaya” sólo se entenderá como una fruta y “lleca” no tendrá significado.

Son pequeñas situaciones del idioma que nos han confundido varias veces al entender diferentes mensajes con una misma frase. En algunas ocasiones la familia alrededor se vio confundida o entendiendo algo que en realidad no quisimos decir.

Nuestra comida

Nuestros pasaportes también representan diferencias respecto a la comida. Tuve que aprender a no escandalizarme cuando han comparado el ceviche con las tlayudas, y creo que lo mismo le pasa a mis amigos mexicanos cuando se atreven a comprar sus tlayudas con el ceviche. Aún más, tuve que ver la victoria de este plato mexicano en unas votaciones por Internet sobre comida latina.

Casi todas la veces cuando contamos a los amigos mexicanos que en Perú no se comen tortillas, no lo logran entender al momento y preguntan varias veces: ¿y qué comen? ¿no hay tortillerías? ¿tacos, quesadillas? ¡Pobre Miriam!
Hasta ahora no he logrado grabar la expresión de alguno cuando finalmente entiende lo que significa que la tortilla no sea un alimento básico en otros países.

El arroz blanco y graneadito, algo casi diario para un peruano, no es costumbre en México. Igual de raro es pensar una comida complementada sólo con papas o plátanos verdes.

Conseguir plátanos verdes ha sido una aventura en México. Hace unas semanas compramos todo un racimo para poder tener plátano/plátano macho verde en casa. Simplemente no se como verde, así que ya está maduro cuando lo ofrecen a la venta.

El Yacult es una bebida embazada de México que extrañaremos cuando volvamos a Perú, mientras que ahora debo esperar (quién sabe cuánto tiempo) antes de probar una buena aguajina de la selva peruana.

Nuestras diferencias

Mientras más pasa el tiempo, cuando veo la foto de nuestros pasaportes juntos, son más claras las diferencias que ocultan estas dos nacionalidades.

El año pasado pude pasar varios meses con Miriam en Pucallpa, en la ciudad donde crecí. Eso fue un regalo de Dios, pues en ninguno de los mil planes que intenté hacer en mi mente cuando empezamos a salir, pude encontrar una forma de que pudiéramos dejar un tiempo Lima para que conociera un poco más de mi tierra, mi familia y mis amigos. Al final, un trastorno mundial como el Covid cambió nuestra visita familiar de 2 semanas a 8 meses, y sólo así pudimos pasar buenos y malos momentos junto a mi familia.

Ahora soy yo el que está en su tierra, conociendo a la familia y los amigos. Nuevamente estamos pasando bastante más tiempo del que planeamos originalmente y no puedo dejar de pensar en qué tan terco debo estar siendo al planear viajes más cortos y cómo Dios debe reírse al ver que el calendario será completamente diferente.
Dios tienen un mejor entendimiento sobre los tiempos. Ahora agradezco estos “cambios de planes” que inicialmente me parecen contratiempos, porque así hemos podido conocer a la familia, la congregación y los amigos mejor de lo que pude haber planeado.

Mirando para atrás y viendo cómo el Señor hizo que nuestro 2020 fuera, en general, un buen año, me toca confiar que el 2021 lo será también y que luego de disfrutar este buen tiempo viajando en México, visitando iglesias para contar sobre nuestros ministerios y buscando levantar equipo financiero y de oración, finalmente tendremos una nueva foto de nuestros pasaportes pero esta vez regresando a Perú para seguir sirviendo, ahora como familia.


Comentarios

2 responses to “Pasaportes”

  1. Kristine Trammell Avatar
    Kristine Trammell

    Hola, Pepe y Miriam!
    Me gustaría recibir tus cartas de oración, por favor.
    Bendiciones,
    Kristine

    1. Hola Kristine 🙂
      Claro que sí, gracias! Ahora te contactamos por email

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