Nuestra alegría continua conforme avanza el embarazo. Aún puedo recordar los sentimientos tristes y la consciencia de lo frágiles que somos y también puedo recordar la paz (aún en la dificultad) de poder entregar todo a Dios [entrada anterior].
Como cristiano y misionero, sé que mi vida depende de Él día a día, que Él tiene el control absoluto. Este camino con el embarazo, con sus altas y bajas, ha sido un recordatorio constante de esa verdad.
El Afán, la Construcción y el Descanso
En estos meses estamos inmersos en el reto de la construcción de una casa en la comunidad indígena a donde me mudé con mi familia. Algo que está siendo retador en tiempo, fuerzas, fe y economía.
Una mañana, mientras volvíamos junto con un amigo de comprar algo de madera para la construcción, veía las montañas llenas de sembríos de piña. Pensaba en todo el trabajo que es obtener esa fruta.
Luego pasé a mis pensamientos sobre la casa y el tiempo que está tomando. Todo el trabajo que se requiere en esta vida para poder hacer lo que Miriam y yo decidimos: ayudar a llevar el evangelio a quienes más lejos están.
A modo de broma, le comenté a mi amigo: “Cuando estemos con Dios, me gustaría preguntarle cuál fue la razón de darnos la tarea de llevar el evangelio a otros humanos, y todo el afán que eso significa”.
En realidad, no pretendo buscar a Dios para que me dé respuestas cuando esté allá. Sin embargo, me pareció un comentario gracioso y adecuado con mis pensamientos.
Mi amigo me respondió rápidamente algo como: “Dios te diría: ‘¿Y yo cuándo te pedí que tuvieras afán?’ “. Su respuesta fue graciosa en juego con mi comentario, pero también fue real, muy real. ¿Me pidió Dios estresarme por la casa que construimos para poder servirle entre los nomatsiguenga?
Jesús, el ejemplo perfecto
¿Qué de Jesús?, cuando estaba aquella noche previa a su sacrificio y su gran sufrimiento, con una mente y cuerpo tan cargado emocionalmente que el sudor se tiñó con sangre, ¿Por qué sentía ese estrés? ¿Cómo conciliar ese momento de carga con el hecho de ser el Hijo perfecto? Él fue, es y será por siempre perfecto (Apocalipsis 1:8), entonces incluso en ese momento, actuó bien.
Salvando las diferencias de un evento tan extraordinario, pienso que como humano, Jesús estaba afectado por los sentimientos y el dolor. Lo que intento decir es que tener sentimientos, aún los de tristeza, no son malos en sí, son parte de nuestra naturaleza como humano. Jesús lo vivió, y otros personajes de la Biblia también.
La confianza en Dios no significa negar los sentimientos y, al mismo tiempo, tampoco significa dejarse llevar por ellos. Jesús ejecutó el equilibrio perfecto, hay que apuntar a eso. Puso sus sentimientos en voz alta (como los salmistas) y también aceptó lo que el Padre decidiera, con convicción. Eso es la paz.
Es posible sentir paz en medio de la tristeza, puedo sentir paz en medio de decisiones sumamente difíciles. Esa paz da fuerzas y convicción.
Ya lo he vivido en mi vida de misionero y es duro pensar por qué me cuesta tanto recordarlo en ocasiones, cuando vuelven las situaciones difíciles o cuando la mente se llena de pensamientos.
También lo escucho de otros cristianos, teniendo luchas entre la confianza y el estrés o el cansancio. Y vuelvo a Jesús, quien no ocultó su situación al Padre, sino que fue a Él con todo. Lo mismo respecto a los salmistas que traian sus sentimientos, aún sus frustraciones a Dios. La diferencia está en que eso no era todo, no sólo es ir a quejarse sino terminar agarrándose del “Tú tienes el control, en tí confío”.
Suena a esperanza
Pienso en otros amigos cristianos que actualmente sufren, ya sea por problemas de salud propios o de seres queridos, incluso la pérdida de alguien, por problemas materiales. O en aquellos muy queridos amigos míos que perdieron a sus bebés y con quienes sufrí aún a la distancia. ¿Por qué tuvieron que vivir lo que vivieron? ¿Y por qué otros viven actualmente los momentos difíciles?
No tendremos respuesta a todo ahora. Quizá tengamos respuesta a algunos ‘porqués’ en el futuro, cuando veamos cómo encajan las cosas. También habrá otros ‘porqués’ sin respuesta, y eso está bien. Soy un hijo, y descanso en mi lugar.
No me toca saber los pormenores, sé quién es mi Padre que no falla y puedo confiar en Él. Y si no conoces a Dios como Padre, te animo a venir a Él y vivir esta paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).
Quiero dejarles con otra canción, una muy apropiada para este tema. “Hijo muy amado”, de Geancarlo Calderón:
La experiencia que vivimos al inicio del embarazo me permitió recordar lo que es sentirse un hijo amado por Él y eso me gustó mucho. Mi Dios me amó al punto de sacrificarse por mí; en Él puedo confiar.
Yendo un poco más profundo, si estás sin paz, no pretendo decirte que “todo va a estar bien”, porque puede que lo sepas y lo creas, pero que no lo logres ‘sentir’ en este momento y lo que sí sientes es que no puedes salir de un círculo de temor. Esperaría que recuerdes que aún eso puedes traerlo a Cristo, es más grande. Que puede que ahora no sea el momento de tener respuestas, sino de sentirse hijo, hijo de un Padre perfecto.
Si estás pasando algo asi, pienso que esta otra canción te agradará mucho, aunque está en inglés:
Con esa certeza de la maravillosa gracia de Dios, junto con Miriam, continuamos sirviéndole, en donde consideramos que quiere que nos mostremos como sus hijos muy amados.











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